sábado, 30 de abril de 2011

Fanfic "Relatos olvidados de los Archivos Imperiales" Relato 22 - Alerta de Tormenta

Título: "Relatos olvidados de los Archivos Imperiales"
("Forgotten works of the Imperial Archives")
Autora: AltheaSaDiablo
Traducido por Violet Raven y corregido por Sakura Suzumiya

Relato 22 - Alerta de Tormenta

Ou Ki había estado encerrado con el Emperador, con el Mapa Imperial y veinticuatro volúmenes de estrategia militar por horas, cuando un sirviente tocó a la puerta. Su Majestad ni siquiera lo notó, por lo cual, Ou Ki tuvo que abrir la puerta.

El sirviente hizo una profunda reverencia. “Traigo excelentes noticias. Mi Señor el Emperador ya es padre.”

“Si,” dijo el Emperador, sin apartar la vista de los marcadores del mapa. “Eso no es noticia.”

El sirviente abrió la boca una o dos veces. “Es decir, em. Su Majestad tiene un nuevo hijo sano.”

“¿Otro más?” El Emperador movió los ejércitos hacia el flanco derecho, reforzando su estructura. “¿La infantería ha entrenado sobre terrenos sinuosos recientemente?”

“Últimamente no.” Ou Ki tomó del brazo al sirviente y le mostró la puerta. “Su Majestad está ocupado por el momento.”

El sirviente miró levemente aterrado. “La sexta consorte me envía para preguntar el nombre del niño.”

“No me importa,” dijo el Emperador. “¡¡Ou Ki!! Dame tu opinión sobre esto.”

Ou Ki sacó apresuradamente al sirviente de la habitación y volvió a la sesión de estrategia.


***

La pila de documentos a su lado, no disminuyó luego de una hora de vanos intentos por concentrarse. Ou Ki rechinó los dientes y comenzó desde el inicio de la página que estaba tratando de leer, por quinta ocasión. No progresó mucho más que antes; el permanente y agudo chillido del infante que no se encontraba lejos de ahí, atravesaba su cabeza como una sierra a la madera. Tener una oficina cerca de la Residencia Imperial era símbolo de estatus, pero parecía más una maldición –siendo que desde ahí se escuchaba perfectamente todo.

Dando un gruñido, él salió de su oficina y dejó su interminable papeleo. El camino hacia la Residencia Imperial era corto, y los guardias lo saludaron puntualmente al pasar por las puertas que dividían los dos lugares. El llanto lo guió hacia el pabellón de la sexta consorte, y él valientemente se adentró en él –no había nadie en la puerta para detenerlo. De hecho, el lugar parecía vacío, e incluso la consorte parecía ausente. Así, encontró la fuente de su enfado, una rojiza cara chillona dentro de una cuna, enterrada en envoltorios color púrpura. Ese color, junto con el cabello ligeramente rubio, igual al del Emperador, eran el único indicio del linaje real del niño.

“¿Podrías callarte?” dijo Ou Ki al niño, en forma poco amable. “Algunos tenemos que trabajar, ¿sabes?”

El bebé ni lo notó –qué sorpresa, ya que parecía poner todas las fuerzas que su pequeño cuerpo podía reunir, en su llanto. Con un suspiro, él levantó al infante –lo que aparentemente sorprendió tanto al niño, que su llanto se apaciguó inmediatamente. Incluso dejó de agitar sus puños en el aire, y comenzó a tratar de de enfocar la mirada en él con sus nebulosos ojos de un inquietante y familiar color dorado.

“Bien.” Dijo Ou Ki. “Dios. Como si no fuera suficiente recibir órdenes de alguien de tu familia. Sin duda, eres un Shi.”

Él se sentó en una silla con el bebé en su regazo, el cual pasó un rato tratando de atrapar su grisácea barba con sus deditos. Por fortuna, poco después, agotado por los esfuerzos en su llanto, el niño pronto se durmió en el arco de su brazo. Ou Ki lo miró fijamente, tan tranquilo, y pensó en cosas sin importancia –su odio hacia el Emperador, el clima, lo que se sentía ser padre, en si prefería el té ligero o concentrado, el futuro.

Él siguió sentado ahí hasta que una de las mujeres del palacio finalmente entró. Claramente, ella esperaba ver al bebé y no a un hombre mayor, ya que se quedó boquiabierta como un pez fuera del agua. “Llévatelo, ¿quieres?” le ordenó Ou Ki molesto, pero suavemente. “Estoy seguro de que este es tu trabajo y no el mío.”

Ella rápidamente hizo lo que le ordenó, tomando al niño, con total habilidad para evitar despertarlo. “Me disculpo, mi lord. Me entretuve en otro lado.”

“Ya veo. Entretenida. Por tres horas.” Él se puso de pie, notando en sus coyunturas un crujido que algún día se volvería una enérgica protesta. “¿Cuál es el nombre del Príncipe? Me perdí el anuncio oficial.”

Ella le dirigió una mirada categóricamente nada amistosa mientras regresaba al niño a la cuna. “Aún no tiene ninguno. La sexta consorte dice que le corresponde a Su Majestad ponerle nombre.”

Ou Ki miró fijamente al infante dormido, recordando el ligero y cálido peso contra su cuerpo, la presión de su frágil cabeza sobre su brazo, y la extraña pero leve manera en que le había dolido el pecho. Él no tenía hijos varones. “Ryuuki,” dijo al final. “Su Majestad ha decidido llamarlo Ryuuki.”

La orgullosa sonrisa de la mujer lo irritó. “La consorte estará complacida,” ella murmuró. “Se lo diré.”

Él le volvió la espalda, disgustado abruptamente con toda la escena. “Cuida que el Príncipe no vuelva a interrumpir mi trabajo,” dijo él.




 
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Fuente:
http://www.fanfiction.net/s/3591153/22/Forgotten_Works_of_the_Imperial_Archives

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